Indonesia es un país de contrastes, de islas paradisiacas, selvas densas y playas infinitas, un país que invita a ser explorado con calma y libertad. Por ello, viajar en furgoneta por este archipiélago es una alternativa para quienes desean alejarse de las rutas turísticas convencionales y vivir la autenticidad de sus paisajes y culturas. Sin embargo, la diversidad geográfica, las diferencias culturales y las particularidades logísticas del país hacen que contar gestionar el itinerario con una agencia especializada no sea solo recomendable, sino casi esencial.
Una agencia local con experiencia como Mundo Nómada puede diseñar rutas, reservar ferris entre islas, ofrecer puntos de acampada seguros y facilitar accesos especiales. Además, permite a los viajeros ahorrar tiempo y evitar errores comunes al manejar por zonas rurales o en trayectos largos. Recorrer Indonesia en furgoneta no es solamente una forma de transporte, sino una filosofía de viaje. Este tipo de viaje permite despertarse frente a un volcán, improvisar una parada en un mercado local o cenar bajo las estrellas junto a una playa solitaria.
Yakarta

Yakarta, la capital de Indonesia, es el punto de partida para un viaje por carretera. Esta bulliciosa y caótica ciudad ofrece una primera toma de contacto con la realidad de Indonesia: tráfico intenso, arquitectura variada, comida callejera deliciosa y una mezcla única de tradición y modernidad. Aunque no es el destino más tranquilo, merece una visita inicial sobre los lugares que ver en Yakarta para entender el pulso del país y preparar el viaje en furgoneta con todo lo necesario.
Desde Yakarta, se pueden hacer visitas a lugares como Kota Tua, el casco antiguo de la ciudad, o el Monumento Nacional, que ofrece una vista panorámica sobre la metrópoli. También es el lugar perfecto para aprovisionarse, revisar el estado de la furgoneta, ajustar itinerarios para este viaje a Indonesia y descansar tras un la llegada al país.
Bali

Bali es posiblemente la isla más famosa de Indonesia, así como también una de las más versátiles. Aunque muchos la asocian con el turismo de resorts, la realidad es que en furgoneta se puede descubrir una cara completamente distinta, gracias a sus arrozales infinitos, sus pueblos escondidos, sus templos en la niebla y una espiritualidad que se respira en cada rincón. De esta manera, viajar por carretera en Bali permite salirse de las rutas trilladas y explorar su esencia más auténtica.
Zonas como Ubud, Munduk o Sidemen son cómodas para aparcar la furgoneta y pasar algunos días disfrutando de la naturaleza, participando en ceremonias locales o asistiendo a talleres de cocina balinesa. Los templos de Besakih y Tirta Empul, o la ruta escénica por el lago Batur, son paradas obligadas para quienes buscan una mezcla de paisajes, cultura y tradición. La isla está bien adaptada para los viajeros en furgoneta, con numerosos lugares seguros para pernoctar.
Nusa Penida

Nusa Penida, una pequeña isla al sureste de Bali, es un paraíso poco urbanizado que conquista por su belleza abrupta y su autenticidad. Aunque no se puede acceder en furgoneta directamente, muchas agencias ofrecen el servicio de ferry con transporte incluido o el alquiler de motos para recorrer la isla. En esta isla, el asfalto da paso a caminos de tierra, acantilados infinitos y playas casi vírgenes.
Kelingking Beach, con su icónica forma de dinosaurio, es una de las playas más espectaculares del país. También se pueden visitar Angel’s Billabong, una piscina natural sobre las rocas, o Crystal Bay, una zona perfecta para hacer snorkel. La isla no está masificada y conserva ese encanto rústico que los viajeros en busca de naturaleza salvaje suelen agradecer. El ritmo lento permite disfrutar sin agobios. Aunque Nusa Penida es menos cómoda para el turismo en furgoneta, forma parte indispensable de una ruta por Indonesia.
Islas Gili

Las islas Gili (Trawangan, Meno y Air), están ubicadas entre Bali y Lombok, siendo una parada adecuada para descansar de la carretera y sumergirse en un mundo sin motores. No se permite el uso de coches ni motos, por lo que la furgoneta debe quedarse en Lombok o Bali. Sin embargo, este paréntesis sin tráfico es la opción para quienes valoran la calma, la bicicleta y los paseos junto al mar.
En Gili Trawangan se puede disfrutar del ambiente más animado, con bares, música en vivo y escuelas de buceo. Gili Meno es más tranquila, perfecta para parejas o quienes buscan relajarse en playas solitarias. Y Gili Air ofrece un equilibrio de ambas experiencias. Todas las islas son excelentes para practicar submarinismo, ver tortugas y bucear en arrecifes de coral llenos de vida. Pasar un par de noches en las Gili no solo aporta variedad al viaje, sino que también permite reconectar con uno mismo y recargar energías.
Surf en Lombok

Lombok, vecina de Bali, es una opción menos conocida que ofrece paisajes vírgenes, volcanes y algunas de las mejores playas para surfear en Indonesia. El hecho de llegar en furgoneta desde Bali es posible tomando el ferry, lo que añade un toque de aventura y permite continuar el viaje por carretera en una isla que, aunque más tranquila, está llena de oportunidades. Su capital, Mataram, es un buen punto para reabastecerse antes de recorrer la costa sur.
La zona de Kuta Lombok es el epicentro del surf y la relajación. En esta zona, playas como Tanjung Aan, Selong Belanak y Mawi son perfectas tanto para principiantes como para surfistas experimentados. Las escuelas de surf ofrecen clases con instructores cualificados, alquiler de tablas y espacios para dejar la furgoneta en zonas seguras. Además, la posibilidad de dormir junto a la playa y despertar con el sonido del mar convierte esta experiencia en algo inolvidable para los amantes del océano.
Pero Lombok no es solo surf, ya que también se puede ascender al monte Rinjani, el segundo volcán más alto del país, visitar cascadas como Sendang Gile o recorrer varias aldeas tradicionales como Sade, donde la cultura sasak se mantiene viva. La isla combina deporte, aventura y contacto auténtico con las tradiciones locales, lo que la convierte en una parada esencial para cerrar un viaje a Indonesia sobre ruedas.